La educadora chilena y feminista Amanda Labarca desarrolló su discurso a lo largo del siglo XX, con influencias de Dewey, entre otros. Planteaba que: “Educar es un proceso doble: estimula el desarrollo de las capacidades, aptitudes y vocaciones latentes y, al mismo tiempo, encauza su ejercicio para que sirvan a la conservación y fomento de aquellos valores éticos e intelectuales que, en la presente etapa de su evolución, la sociedad estima como los ‘mejores’”.

 

Amanda Labarca (1943). Bases para una política educacional. Buenos Aires: Editorial Losada.